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ARTICULOS DEL 10/1/2016 AL 29/3/2023 CONTRAPUNTO

AZNAR, REESCRIBIR LA HISTORIA

PARTIDOS POLÍTICOS Posted on Lun, febrero 06, 2017 10:10:19

Reescribir la Historia se ha convertido en un vicio de los políticos. Por supuesto, los nacionalistas catalanes han llegado a alcanzar grados difícilmente imitables de estulticia y ridiculez en esta tarea, pero también hay otros muchos hombres públicos que pretenden trastocar los hechos pasados para presentarlos de forma interesada, de manera que el juicio sobre sus políticas y actuaciones sea mucho más favorable. Felipe González lo ha hecho a menudo arrogándose éxitos que no le correspondían o escondiendo los efectos negativos de muchas de sus acciones de gobierno. Zapatero ha publicado un libro titulado “El dilema” en el que pretende, mediante un relato infantil de los hechos, justificar su desastrosa gestión de la crisis económica y en especial el entreguismo frente a Merkel y las autoridades europeas adoptado por su Gobierno en 2010.

Aznar apareció hace algunos días en la fundación Valores y Sociedad, que dirige Mayor Oreja, con parecido objetivo. Hay que ver cómo proliferan últimamente las fundaciones con la manifiesta finalidad de constituirse en centros de emisión de ideología política, incluso sin aparente vinculación directa con los partidos. Valores y Sociedad, Villacisneros, FAES, Alternativas… Cabría preguntarse cuál es su fuente de financiación. Las fundaciones de las formaciones políticas se nutren principalmente de los presupuestos del Estado, método discutible, sin duda, pero al menos relativamente claro y transparente ya que los fondos se distribuyen según una cierta lógica, de acuerdo con los resultados electorales y, mal o bien, deben responder ante el Tribunal de Cuentas. Pero ¿qué ocurre con aquellas que se jactan de ser independientes de los partidos políticos?, ¿cómo se financian? Porque resulta evidente que quien asuma sus gastos marcará su ideología. De ahí la ostensible unanimidad con que se manifiestan.

Pues bien, Aznar en una de esas fundaciones (Valores y Sociedad) y siendo portavoz de otra, FAES, ha pretendido reescribir la Historia, su pequeña historia. En su discurso titulado «El necesario fortalecimiento de España» mantuvo una interpretación de los hechos pasados y presentes muy particular. Se situó a sí mismo entre los que ahora considera prohombres políticos y que le precedieron (Suárez y Felipe González), mientras que censuró a sus sucesores (Zapatero y Rajoy). Manifestó que en la actualidad tenemos un país que se está desmembrando social, territorial y políticamente. En esto último no digo yo que le faltase razón, al igual que cuando afirmó que la brecha social aumenta al entrar en contacto con la grieta territorial; un proceso de centrifugación institucional, ya que la relación entre el Estado y las Comunidades es hoy un pulso permanente de suma cero o negativa, como si se tratara de poblaciones distintas.

El juicio a emitir sobre la intervención del presidente de FAES debe cambiar radicalmente en lo que se refiere a la génesis de estos problemas. Porque la causa de todos esos males proviene de antiguo; resulta por tanto muy ingenuo trazar una línea divisoria en el año 2004. Aznar hace una loa de la Transición y del sistema político nacido en 1978. Lo cual no deja de ser curioso cuando a menudo se le han recordado ciertos artículos redactados en su juventud mostrando una valoración bastante negativa de la Carta Magna. Pero, al margen de los cambios de criterio que haya podido mostrar el ex presidente del Gobierno (todos tenemos derecho a mudar de opinión), lo cierto es que los problemas que hoy presenta el Estado de las Autonomías tienen su origen en buena parte en el diseño constitucional, y desde luego aún en mayor medida en los pactos que los dos partidos mayoritarios establecieron de forma reiterada con los partidos nacionalistas para asegurar sus gobiernos. Sin duda, la primera legislatura del PP de Aznar destaca en las concesiones a los independentistas, y los Pactos del Majestic han tenido mucho que ver en el desorden actual.

El presidente de FAES en su conferencia situó el año 1999 entre los grandes hitos que, según él, han jalonado el mejor periodo de nuestra historia, ya que el 1 de enero de ese año entró en vigor el euro y España se convirtió en motor de Europa como socio fundador de la moneda común. Por el contrario, calificó el año 2009 como inicio de una etapa de oscuridad y a partir del cual se agotó el impulso modernizador, ambicioso y profundo que permitió obrar una enorme transformación económica, social y política. A partir de ahí se arroja sobre el futuro de los jóvenes una nueva y pesada carga en forma de déficit y de deuda. Una curiosa visión de los hechos, porque si bien es verdad que desde 2008 se cernió sobre la sociedad española una de las mayores crisis económicas y sociales que ha padecido, no es menos cierto que el origen se encuentra en la introducción del euro y en las políticas instrumentadas en los años siguientes y que coincidieron con los Gobiernos de Aznar y los cuatro primeros años de Zapatero.

Aznar olvida que tras su famosa frase de que España va bien se encontraba tan solo el espejismo creado por la moneda única, la burbuja inmobiliaria y un crecimiento a crédito que habría que pagar posteriormente, como así ha ocurrido. La herencia económica recibida por Zapatero fue un regalo envenenado, todo un conjunto de desequilibrios que no podían perdurar. Así lo manifesté en un artículo que escribí en el diario El Mundo el 23 de abril de 2004, en el que de forma figurada advertía al nuevo Gobierno de que la crisis económica se produciría antes o después. La realidad es que continuaron aplicando una política similar durante los siguientes cuatro años, incrementando el déficit y el endeudamiento exterior. Esa pesada carga -que, según Aznar, planea sobre las nuevas generaciones- se originó en sus años de gobierno y en los cuatro primeros de Zapatero; entonces en forma de endeudamiento privado, pero que, al ser exterior y al pertenecer España a Unión Monetaria, estaba llamado a convertirse en público.

No deja de resultar irónico escuchar al ex presidente del Gobierno popular afirmar que es absurdo pensar que el único Estado legítimo sea un Estado residual. No es así, añade, con un Estado débil y fragmentado perdemos todos. Solo un Estado sólido y bien dimensionado puede garantizar la cohesión y la igualdad. Es irónico porque los Gobiernos de Aznar emprendieron una ingente operación de adelgazamiento del Estado al malvender y liquidar la casi totalidad del sector público empresarial, a lo que hay que añadir las reformas fiscales acometidas durante esos años, causa del desmoronamiento de la recaudación en la crisis y la cuasi quiebra del Estado. Y si hablamos de la fuerza centrífuga que ha troceado territorialmente, hasta debilitarlo, al sector público, el Pacto del Majestic jugó un importante papel al transferir la sanidad pública y la capacidad normativa sobre múltiples impuestos a las Comunidades Autónomas.

Republica.com 3-2-2017



DAVOS, VEINTIÚN AÑOS DESPUÉS

GLOBALIZACIÓN Posted on Lun, febrero 06, 2017 09:54:12

Tuvo que ser en el World Economic Forum, en Davos, en febrero de 1996 donde el renacido capitalismo –actual hijo del capitalismo salvaje del siglo XIX– se quitase la careta, y tendría que ser Tietmeyer, el entonces gobernador del todopoderoso Buba, el encargado de proclamar lo que tantos pensaban pero no se atrevían a explicitar: “Los mercados financieros desempeñarán cada vez más el papel de gendarmes. Los políticos deben comprender que estarán en lo sucesivo bajo el control de los mercados financieros y no solamente de sus electores nacionales”. Anunciaba con ello el imperio de la globalización y la muerte de la democracia.

Han transcurrido veintiún años y los principales protagonistas del mundo económico y financiero han vuelto a reunirse en Davos, pero su mensaje ya no es tan triunfalista. Sus profecías acerca de que la globalización traería toda clase de bendiciones para las sociedades no se han cumplido, las tasas de crecimiento, lejos de aumentarse, se han ralentizado, el paro se ha incrementado y las desigualdades se han ampliado. Según un informe publicado por Oxfam, solo ocho personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial, 3.600 millones de personas. En el caso español, la fortuna de tres personas equivale a la riqueza del 30% más pobre del país. Es más, la inestabilidad económica se ha extendido a todo el mundo y se han multiplicado las crisis. El miedo y el desconcierto se han adueñado en buena medida de los poderes políticos y económicos. Algo no funciona. La progresiva extensión de lo que llaman populismo se percibe como una seria amenaza para el sistema y para sus intereses.

La seguridad y el optimismo de hace veintiún años ha desaparecido. De ahí que el informe que, como es habitual, ha precedido a las sesiones de este año del World Economic Forum haya estado marcado por el análisis de los riesgos e incertidumbres que se ciernen sobre el sistema económico internacional. «La combinación de desigualdad económica y polarización política amenaza con amplificar los riesgos globales, erosionando la solidaridad social sobre la que descansa la legitimidad de nuestros sistemas políticos y económicos». Esta edición del Foro de Davos ha estado caracterizada por un cierto estupor e incredulidad, ante el fuerte descontento y frustración que se ha instalado en las sociedades más desarrolladas y que está dando ocasión al nacimiento y avance de movimientos antiglobalización bien sean de izquierdas o de derechas. En todas estas corrientes puede existir mucha hojarasca, errores, incluso graves aberraciones, pero no puede negarse que inciden sobre las múltiples contradicciones y las lacras que se han genrado en el sistema y que denuncian sus resultados. Palabras como proteccionismo y populismo se han adueñado del escenario.

No deja de resultar curioso (sin embargo, hasta cierto punto lógico) que haya sido el presidente chino Xi Jinping quien se haya mostrado en Davos como el máximo adalid de la globalización y enemigo del proteccionismo. Bien es verdad que el proteccionismo que reprueba se reduce tan solo al que se basa en contingentes y aranceles, mientras deja intacto el que se fundamenta en la manipulación del tipo de cambio o en la competencia desleal en materia social, laboral o fiscal (ver mi artículo del 17 de noviembre pasado). Xi Jinping afirmó que nadie sale vencedor de una guerra comercial, lo cual es cierto, pero esta surge necesariamente cuando determinados países como China o Alemania fundamentan su crecimiento en la competitividad exterior mediante el mantenimiento de tipos de cambio artificialmente bajos o a través de dumping fiscales, sociales y laborales que generan la progresiva acumulación de superávits en la balanza por cuenta corriente, forzando déficits en sus competidores.

El presidente chino fue más allá defendiendo que muchos de los problemas que ahora tiene la economía internacional no proceden de la globalización y que esta no fue la causante de la crisis financiera, sino la falta de regulación adecuada. ¿Pero es que acaso no es la ausencia de toda regulación la sustancia de la que está construida la globalización? ¿No es el sometimiento de los políticos a los dictados de los mercados que proclamaba Tietmeyer en 1996, la base sobre la que se asienta la globalización? La gran recesión que se inició en 2007 y de la que, dígase lo que se diga, aún no hemos abandonado, tuvo su génesis en los fuertes desequilibrios en las balanzas de pagos acumulados por los distintos países en los años anteriores (ver mi libro La trastienda de la crisis, Editorial Península) y en los que China tuvo un papel esencial. Mantuvo una cotización ficticia e infravalorada del yuan que si bien disparó sus exportaciones y su expansión económica tuvo como contrapartida la generación de déficits en otros países, singularmente en EE. UU.

Tras el estallido de la crisis, China comprendió que tenía que moderar su postura, pero irrumpió en escena un nuevo actor, la UE. Alemania había seguido la misma política que China pero su superávit se compensaba con los déficits de los países del Sur, (aunque con graves problemas económicos para ellos) de manera que la Eurozona en su conjunto estaba más o menos en equilibrio. Ahora este se ha roto con la deflación interna a la que se ha sometido a los países deudores que han corregido sus déficit sin que Alemania haya moderado su superávit; todo lo contrario, lo ha incrementado.

Xi Jinping descartó en Davos que su país vaya a adentrarse en una guerra de divisas, pero lo cierto es que su divisa está ya claramente infravalorada, y el tipo de cambio actual del euro puede ser aceptable para países como España, Portugal o Grecia, pero está muy por debajo de lo que correspondería de acuerdo con la economía alemana. De ahí el superávit de la balanza de pagos de la eurozona en su conjunto.La situación es claramente inestable. Ni China ni Alemania pueden aspirar a vivir del déficit de la balanza de pagos norteamericana. A Trump se le puede calificar de casi todo, incluso de iluminado y caudillista, pero no se le puede negar que ha puesto el dedo en la llaga. La globalización genera desequilibrios insostenibles, inseguridad, crisis e incremento de las desigualdades. No se puede mantener un sistema que pretende producir allí donde no se consume, y consumir allí donde no se produce; que quiere que las rentas vayan en mayor medida a los que ahorran pero no consumen (los capitalistas), y que consuman aquellos que no perciben los ingresos (los trabajadores).

Republica.com 27-1-2017